EXCURSIONES

Por qué no te podés perder los Esteros del Iberá de Corrientes

Pandemia y cierre de fronteras mediante, los esteros se convirtieron en una de las opciones preferidas para los que buscan desconectarse.

Tuve la suerte de haber recorrido el mundo, de ver tantos paraísos…, sin embargo, los Esteros del Iberá me dejaron sin palabras. Es una invitación a contemplar la simpleza de la vida, sin marketing, simplemente estando presente. Descansé como nunca antes porque no hay estímulos estridentes, sino la placidez de un río quieto, los sonidos selváticos del monte, la vegetación abundante, diversa, colorida y una fauna tan cercana, tan nuestra, tan argentina… En uno de los paseos que hice, le pregunté a Gaby, mi guía que venía de trabajar en la Patagonia, qué diferencias encontraba entre los dos lugares, y me respondió: “A mí me gustan más los Esteros, porque, si bien la cordillera tiene una belleza magnificente, impactante, acá en un paseo por el parque podés ver 15 tipos de mariposas diferentes, este lugar te invita a estar atenta a los detalles, a aguzar tus sentidos”. Así fue, pasé cuatro días en total asombro, desde encontrándome de casualidad con una manada de monos aulladores que visitaba el hotel hasta saboreando al cien por cien una papaya.

Sin embargo, lo más especial fue vivenciar la unidad. No solo por cómo se iba aquietando mi respiración con el pulso de la naturaleza, sino por poder ser testigo de que cielo, agua y tierra son lo mismo. Es tal la quietud del agua –¡yo no lo viví, pero a veces vienen olas!– que el cielo se calca en ella. Entonces ya no sabés qué es arriba y qué es abajo. Y de ahí viene su nombre, porque, en guaraní, yverá significa “aguas brillantes”, y no es casual que sea una de las joyas naturales de este planeta. Y sí, están en Corrientes, son nuestros.

Los Esteros del Iberá son una de las joyas naturales de este planeta. Y sí, están en Corrientes, y son nuestros.

De puertas abiertas

Lo que era un destino exótico, que solo fascinaba a los extranjeros que llegaban vestidos de exploradores con mochila y prismáticos, se transformó –pandemia mediante– en uno de los lugares más elegidos por los argentinos que siguen la onda verde y buscan establecer un contacto estrecho con la naturaleza.

Colonia Pellegrini es la localidad más popular. Pero también existen otros portales de acceso al Parque, como Ituzaingó, Galarza, San Miguel y Concepción de Yaguareté Corá.

En los Esteros del Iberá las estancias históricas convertidas en lodges u hosterías de lujo cautivaron a los viajeros más exquisitos. En ellas podés encontrar ambientes confortables y con detalles cuidados, una propuesta gastronómica completa (con acento en lo regional y delicias como chipá, mbeyú, tipiraty, tortilla de mandioca, empanadas…, cada preparación con una marcada identidad), una ubicación estratégica (muchas de ellas, dentro del Parque Nacional) y actividades incluidas. Yo me alojé en Puerto Valle Hotel, que no solo conserva el casco histórico, sino que tiene una serie de cabañas cinco estrellas con vista al Paraná (ver recuadro).

Y en los Esteros del Iberá se da algo muy particular: las comunidades locales proponen una interacción con sus visitantes. Desde preparar platos típicos para ellos hasta acompañarlos a recorrer la zona o prepararles una habitación en la casa. En este sentido, quienes llegan a las localidades de los esteros encuentran distintas experiencias junto con las comunidades que comparten con los viajeros su cultura, sus conocimientos del ecosistema y la gastronomía local.

Fuente: lanacion.com.ar